lunes, 18 de noviembre de 2013

298- Acuarela norteña


“Renace con emoción
el recuerdo de mi adiós:
nostalgias de tu río,
el valle mío, ceibos en flor.  
Vibra todo mi ser
al cantar mi canción
y al evocar tus cerros,
repica un bombo en mi corazón.”

Recuerdo salteño, de Burgos y Thames

Blanco, para pintar las Salinas Grandes, con su tejido de quiebres, bajo el azul impecable del cielo puneño.

Ocres, naranjas, marrones, algo de verde oxidado: los colores de la tierra, en las cuestas del Lipán, en la Quebrada de Humahuaca, en las piedras sabias de Tilcara.

Verdes esperanzados, en las viñas de Cafayate, preludiando marzos de racimos.

La paleta entera, derramada en Purmamarca: en el cerro y en los puestos de la plaza, con los telares hechos ofrenda al viajero, de la mano color bronce que desdobla, ágil, la manta, el poncho o el camino.

Traigo los ojos y el alma pintados por el Norte.

Mi corazón revive los dorados de altares y de púlpitos, teñidos, sin embargo, por el rojo de la sangre dominada, que los convirtiera en obra de arte.

Lilas y azules me traen las siluetas de los cerros en la lejanía.

¡Acuarela norteña! ¡Quién pudiera volver muy pronto a pintarte por caminos nuevos!

Desde este noviembre porteño, azul alilado de jacarandáes, te evoco, emocionada, junto al color de las voces de mis compañeras de viaje. Y al que resuena en los ecos de la peña de Salta, en los tonos del sicus de los cantores de Humahuaca.

Tomo de la mesa del living la cajita rústica de cardón y la imagino como mi lámpara de Aladino norteña.

¿Saldrá de ella la Pachamama para hacer realidad mis deseos?


Cati Cobas

No hay comentarios: