jueves, 16 de julio de 2015

309- Escarnio y elogio del valor del chorizo colorado


Wikipedia dixit: “El chorizo es un embutido originario y típico de la península ibérica, extendido a América Latina. Es un embutido curado (bien al aire, bien ahumado), elaborado principalmente a base de carne de cerdo picada y adobada con especias, siendo la más característica el pimentón, que es el elemento más distintivo del chorizo frente a otras salchichas, y también el que le da su color característico rojo y sabor ligeramente picante.

En el Río de la Plata existen también variedades de chorizos semejantes a los ibéricos; entre éstas, la más frecuente es el “chorizo colorado””.

Se ha instalado el invierno por estos pagos y con él la necesidad de alimentos más substanciosos para combatir el frío.

La semana pasada, para placer de Fernando y horror pituitario de Mercedes, mi cocina se vio aromatizada con un riquísimo guiso de mondongo(1),  en el que el chorizo colorado aportó su sabor único, junto a una deliciosa panceta ahumada, ambos comprados en mi carnicero de siempre.

 Digo bien: MI CARNICERO. Aquí estos susodichos son toda una institución. Y el mío: un portento. Toda su mercadería es fresca, noble, jamás se pone fea, aunque generalmente es un poco más cara que la de sus colegas vecinos. Pero con comprar lo imprescindible se soluciona el tema por aquello de “mejor calidad que cantidad”, ¿no?

La cuestión es que esta semana, engolosinada por los lauros de mi mondongo (perdón, “del” mondongo), decidí arremeter con las narices de mi delicada hija y preparar un delicioso guiso de lentejas.

¡Me tuvieron que sostener al recibir el importe que debía pagar! Entre el mentado chorizo y la rebanada de panceta debía oblar casi cien pesos…¡una Evita por un choricito y una rebanada de cerdo!

Se ve que todavía conservo fresca mi expresividad. Porque toda la carnicería se dio vuelta ante mis exclamaciones y casi me quedo sin MI CARNICERO, que no sabía cómo callar mis horrores choriceros: “UN CHORIZO CINCUENTA PESOOOOOOS!

Me fui sin el chorizo, sin la panceta, mascullando indignación. Porque ningún guiso criollo que se precie puede prescindir del sabor tan especial que le da el noble embutido. Y así entré a la casa donde compro especias. Debía estar tan colorada como el chorizo, aunque sin haber sido sometida al acoso del pimentón. Los vendedores no pudieron menos que preguntar qué me pasaba.  Ahí me sugirieron cruzar de vereda y consultar en la fiambrería. Así que pronto la vida me sorprendió a la caza del chorizo colorado, como si eso fuera una hazaña de vida o muerte.

Sepan los lectores que salí victoriosa de mi epopeya porque ahí nomás, a cincuenta metros de la carnicería, todavía tuve vuelto al entregar un billete de las Malvinas (cincuenta pesos).

Y el guiso está para chuparse los dedos…

MORALEJA: por muy bueno que sea su carnicero, huyan despavoridos cuando de embutidos se trate. O, en su defecto, exíjanle al mismo que emplee“atalajes” (exhibidores de joyería) para mostrar mercadería tan noble y distinguida como el delicioso chorizo colorado.

Cati Cobas

(1) (En Argentina , Uruguay, Paraguay y Región Sur del Brasil, la palabra mondongo prácticamente se restringe en su uso gastronómico a las partes del estómago rumiante llamadas libro y -especialmente- al cuajar, casi coincidiendo en tal sentido con lo que en muchas zonas de España es llamado callos)

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